Los personajes se levantaron, mientras el viejo les seguía dando la bienvenida. -¿Quiénes son ustedes?- pregunto Michelangelo, confuso por la situación.
Se presento el hombre más viejo como Amán Al-Raqib, y el hombre robusto de al lado era lógicamente de seguridad ya que permaneció callado y fue el viejo quien tuvo que presentarlo como Fulgarm. Amán, era una persona muy importante en la ciudad de Brazilaar, de mucho dinero y aparentemente bastante poder, a pesar de la repentina aparición del grupo él no estaba para nada sorprendido por la aparición de los cuatro aventureros.
Raynard, interrumpiendo el poco carisma de Michelangelo, comenzó a hablar cordialmente con Amán, y a tratar de averiguar la situación en la que se encontraban. Según este hombre, ellos estaban allí porque habían sido enviados por Remigius el Caótico, persona que ninguno de los cuatro conocía, y fueron enviados para cumplir una misión, de la cual tampoco tenían conocimiento. Además los consideraba cuatro personas extremadamente poderosas. Raynard, estaba convencido de que por el momento, lo mejor era seguirle la corriente a lo que estaba diciendo este hombre, ya que estaban muy heridos y claramente Amán no era una persona común y corriente, sumado al enorme joven que tenia detrás que no parecía ser fácil de derrotar.
Al cabo de un rato los personajes acordaron con Amán que para poder cumplir con la misión lo mejor era que descansaran, este les ofreció que vayan a una de sus posadas. Cuando se dispusieron a retirarse, Raynard se quedo hablando a solas con Amán, quien le termino regalando un anillo que al ponérselo, hacia que toda la fatiga del hobbit desapareciera junto con el hambre y el sueño. Raynard, confuso y aliviado por la sensación del anillo, agradeció y se retiró a donde estaban sus compañeros.
La posada de Amán era muy lujosa, había un montón de mujeres hermosas a disposición de los aventureros y distintos tipos de lugares para dormir para cada uno de ellos, como por ejemplo, habitaciones subterráneas hechas en túneles para los enanos. Después de apreciar la posada un buen rato los personajes decidieron que lo mejor era descansar, para recorrer y conocer la ciudad al día siguiente.
Pasaron la noche sin sobresaltos, más allá de una serie de ruidos producidos por una patrulla que cuidaba la ciudad. Al día siguiente decidieron separarse. Michelangelo y Rorik, recorrieron la ciudad, en busca de algún lugar donde poder curar sus heridas producto de la batalla. Ingresaron a una iglesia, no había pasado ni segundo de entrar, que Rorik parecía poseído y solo miraba el techo, se encontraba en trance (hablando con el Dios de la religión de la iglesia). Michelangelo por su parte, pudo recorrer el lugar, hablo con uno de los sacerdotes, este curo completamente al enano y le ofreció convertirse a su religión, la cual se podía observar que acostumbraba a dar y ayudar sin pedir nada a cambio. Nengwen y Raynard decidieron quedarse en la posada disfrutando de los placeres ofrecidos por las mujeres del lugar.
Una de las noches fueron a una taberna llamada El Camello Oscilante, por suerte para los aventureros que carecían de dinero fueron invitados por los guardias de la caravana que se dirigía hacia el Oasis de la Palmera Blanca (lugar al que debe ir el grupo para cumplir con la misión de Amán Al-Raqib), una vez en la taberna bebieron cervezas hasta el hartazgo, Rorik un poco más alegre de lo normal decidió brindar con la taberna entera por su dios a los gritos –¡¡Viva Clangedin Bargenta!!- gritaba el enano mientras alzaba su barril de cerveza, esto produjo un momento muy incomodo, de silencio absoluto en el bar, en el que se noto una gran división religiosa, entre los habitantes nativos, que creen en el único dios de la zona, y los visitantes que traen sus propias religiones de afuera de la región. Fue entones que en la taberna se cruzaban miradas asesinas entre los lugareños y los de extranjeros, muchas de las miradas se centraban en Rorik mientras que algunos pocos lo felicitaban o le invitaban tragos que el enano rechazaba amablemente, otros lo maldecían por lo bajo, el enano sin más remedio volvió veloz a su mesa. Después de esto los guardias que estaban con ellos, les comenzaron a hablar y fue entonces que se enteraron de rumores de una maldición que había sobre toda la región, que provoco la sequia y por lo tanto la formación del desierto en el que se encuentra la ciudad. Esta maldición también provoco la separación del pueblo entre los que quieren divulgar la verdad (un pequeño grupo al que llaman Derviches) y los que quieren esconderla (El resto del pueblo de Brazilaar). Cuando llegaron a la posada los cuatro se pusieron a hablar al respecto de todo lo que había pasado y llegaron a la conclusión de que su misión era romper la maldición, cosa que nadie había conseguido hasta ahora.
A partir de allí, las conversaciones con Amán Al-Raqib aumentaron, ya que, los personajes trataban de sacarle la mayor información y/o ayuda posible, lo único que Amán les había conseguido era que el grupo viajara junto con la caravana local, conocida como la Cofradía de los Viajeros de la Arena, cargando los productos de los mercantes y de esta manera pagar el viaje con la caravana, dado que, seguían sin dinero y si viajaban solos estarían expuestos a los peligros del desierto al cual no están acostumbrados. Para viajar con dicha caravana debían quedarse unos días más hasta que la caravana esté lista para partir.
En los días que esperaban, Michelangelo y Raynard consiguieron un lugar para entrenarse, donde aprendieron en forma básica el uso de lanzas, algo muy útil para Michelangelo después de la pérdida de su Axe of Hurling. Nengwen y Rorik por su parte, recorrieron la ciudad en su totalidad, y más de una vez pensaron en robar una alfombra mágica a un vendedor local, cosa que finalmente no hicieron. Finalmente Rorik se unió a los entrenamientos de los otros dos pequeños no para aprender a usar la lanza sino para acostumbrarse a pelear en el desierto, ya que las condiciones del suelo y el clima no es a lo que están acostumbrados. Pasado ese par de días, los cuatro estaban preparados para partir de esa extraña ciudad, junto con la caravana hacia el desierto.